[vc_row][vc_column][vc_column_text]Muchos, aún en la actualidad, no tienen seguridad del llamado de Dios para sus vidas. ¿A qué se debe esto? ¿Cuáles son los factores que afectan nuestra mente y espíritu, a tal grado que nos llenan de inseguridad? ¿Qué posibilidades hay para que fracasemos a causa de esta problemática?
Una vez tengamos en claro estas debilidades que limitan nuestra vida espiritual, y que impidan cumplir con el llamado establecido por Dios, ¿Cómo las podríamos superar? S. Mateo 22: 14 nos declara “Porque muchos son los llamados, y pocos los escogidos” Es por esto imprescindible conocer cuando Dios nos recibe como sus hijos.
A pesar del desarrollo de la humanidad y la madurez espiritual que existe hoy, comparado con muchos creyentes del ayer, la inseguridad o duda ha aumentado más. Esto se debe al pecado original del hombre (Génesis capítulo 3), pero el factor principal es que la debilidad mental y espiritual, se ha incrementado por causa de la tentación, distracción y falta de amor del mundo de hoy.
Esto lo vemos muy claro en las enseñanzas que encontramos en la palabra de Dios cuando nos habla sobre lo difícil que sería los últimos tiempos, Mateo 24: 4 y 5 “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo: y a muchos engañarán”.
La fortaleza del ser humano inicia con aceptar a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, confesando públicamente nuestros pecados, pasando así, del reino de las tinieblas al reino de la luz. Pero es necesario entender que se debe producir un nacimiento en el corazón de la persona. Dios es quien produce este nuevo nacimiento genuino, por medio de su Espíritu Santo, (Juan capítulo 14, versos del 15 al 17 y 26).
Una vez reconocemos que somos pecadores, el Espíritu Santo pasa la moral en nuestro corazón, por ende, todos nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones deben estar acordes con nuestra Fe. Luego, para mantener esa nueva vida espiritual se requiere de nuestra decisión radical y constante dedicación: tomar pasos de acción como el ayuno, la disciplina, estudio bíblico, la oración diaria, el congregarse en la iglesia, etc. Estos hechos corresponden al creyente con la ayuda de Dios dando testimonio de su nueva vida.
Factores importantes que pueden afectar gravemente la mente son el desánimo, la autocompasión, la depresión, el no controlar las emociones, etc. Recayendo a una condición de distorsión cognitiva de forma consciente o inconsciente. Esto lo puedes notar en la forma en que el humano piensa de sí mismo, con un hábito de pensamientos negativos para sí.
Existe un alto riesgo de fracaso si la persona se sumerge en esta condición. Si no se tiene la capacidad para entender y reconocer que el temor es un sentimiento normal establecido por Dios en el hombre. Con el único objetivo de que le reconozcamos como el Creador, Dios de poder, de amor y el Dios de fuego consumidor; reverenciando así su existencia y respetar su ira.
De no entender esto, el fracaso le alcanzará y perderá la bendición que se obtendría con el temor a Jehová. Ya que los beneficios de este temor, son invaluables que transforman al hombre del interior hacia el exterior, como nos dice su palabra en Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor a Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”.
En este pasaje bíblico nos enseña la profunda declaración que el temor a Dios nos da sabiduría y conocimiento. Una vez entendemos estas debilidades, el viejo hombre ha muerto y nuestra fe y pensamientos son fortalecidos en la intimidad que desarrollamos en nuestra vida espiritual. Superando estas debilidades el propósito de Dios es establecido en nuestras vidas.
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